lunes, 1 de noviembre de 2010

Muerte, Miguel de Unamuno

Eres sueño de un dios; cuando despierte
¿al seno tornarás de que surgiste?
Serás al cabo lo que un día fuiste?
¿Parto de desnacer será tu muerte?

El sueño yace en la vigilia inerte?
Por dicha aquí el misterio nos asiste;
para remedio de la vida triste,
secreto inquebrantable es nuestra suerte.

Deja en la niebla hundido tu futuro
ye tranquilo a dar tu último paso,
que cuanto menos luz, vas más seguro.

Aurora de otro mundo es nuestro ocaso?
Sueña, alma mía, en tu sendero oscuro:
"Morir... dormir... dormir... soñar acaso!"

Horas serenas, Miguel de Unamuno

Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida

el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.

La oración del ateo, Miguel de Unamuno

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes

a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.

¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande

para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.

¿Que es tu vida...?

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡sombra en la cueva!,
¡lluvia en el lago!,
¡viento en la cumbre!,
¡sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.

Vendra la noche, Miguel de Unamuno

Vendrá de noche cuando todo duerma,
vendrá de noche cuando el alma enferma
se emboce en vida,
vendrá de noche con su paso quedo,
vendrá de noche y posará su dedo
sobre la herida.

Vendrá de noche y su fugaz vislumbre
volverá lumbre la fatal quejumbre;
vendrá de noche
con su rosario, soltará las perlas
negro sol que da ceguera verlas,
¡todo un derroche!

Vendrá de noche, noche nuestra madre,
cuando a lo lejos el recuerdo ladre
perdido agujero;
vendrá de noche; apagará su paso
mortal ladrido y dejará al ocaso
largo agujero...

¿Vendrá una noche recogida y vasta?
¿Vendrá una noche maternal y casta
de luna llena?
Vendrá viniendo con venir eterno;
vendrá una noche del postrer invierno...
noche serena...

Vendrá como se fue, como se ha ido
-suena a lo lejos el fatal ladrido-,
vendrá a la cita;
será de noche mas que sea aurora,
vendrá a su hora, cuando el aire llora,
llora y medita...

Vendrá de noche, en una noche clara,
noche de luna que al dolor ampara,
noche desnuda,
vendrá... venir es porvenir... pasado
que pasa y queda y que se queda al lado
y nunca muda....

Vendrá de noche, cuando el tiempo aguarda,
cuando la tarde en las tinieblas tarda
y espera al día,
vendrá de noche, en una noche pura,
cuando del sol la sangre se depura,
del mediodía.

Noche ha de hacerse en cuanto venga y llegue,
y el corazón rendido se le entregue,
noche serena,
de noche ha de venir... ¿él, ella o ello?
De noche ha de sellar su negro sello,
noche sin pena.

Vendrá la noche, la que da la vida,
y en que la noche al fin el alma olvida,
traerá la cura;
vendrá la noche que lo cubre todo
y espeja al cielo en el luciente lodo
que lo depura.

Vendrá de noche, sí, vendrá de noche,
su negro sello servirá de broche
que cierra el alma;
vendrá de noche sin hacer ruido,
se apagará a lo lejos el ladrido,
vendrá la calma...
vendrá la noche....

Rimas, Miguel de Unamuno

¿Por qué esos lirios que los hielos matan?
¿Por qué esas rosas a que agosta el sol?
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
se mueren en plumón?

¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas
que no son de otras nuevas eslabón?
¿Por qué fue dique de tu sangre pura
tu pobre corazón?

¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres
del amor en la santa comunión?
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
no dimos granazón?

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos?
¿Por qué y para qué fuimos los dos?
¿Por qué y para qué es todo nada?
¿Por qué nos hizo Dios?

Rimas, Miguel de Unamuno


¿Por qué esos lirios que los hielos matan?
¿Por qué esas rosas a que agosta el sol?
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
se mueren en plumón?

¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas
que no son de otras nuevas eslabón?
¿Por qué fue dique de tu sangre pura
tu pobre corazón?

¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres
del amor en la santa comunión?
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
no dimos granazón?

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos?
¿Por qué y para qué fuimos los dos?
¿Por qué y para qué es todo nada?
¿Por qué nos hizo Dios?

Sombra de humo, Miguel de Unamuno

¡Sombra de humo cruza el prado!
¡Y que se va tan de prisa!
¡No da tiempo a la pesquisa
de retener lo pasado!

Terrible sombra de mito
que de mi propio me arranca,
¿es acaso una palanca
para hundirse en lo infinito?

Espejo que me deshace
mientras en él me estoy viendo,
el hombre empieza muriendo
desde el momento en que nace.

El haz del alma te ahuma
del humo al irse a la sombra,
con su secreto te asombra
y con su asombro te abruma.

domingo, 31 de octubre de 2010

El cuerpo canta. Miguel de Unamuno

El cuerpo canta;
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.

sábado, 30 de octubre de 2010

Miguel de Unamuno, Biografía

Miguel de Unamuno

(Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936) Escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98.

Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana.

Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Desde el principio trató de articular su pensamiento sobre la base de la dialéctica hegeliana y más tarde acabó buscando en las dispares intuiciones filosóficas de Spencer, Sören Kierkegaard, W. James y H. Bergson, entre otros, vías de salida a su crisis religiosa.

Sin embargo, las contradicciones personales y las paradojas que afloraban en su pensamiento actuaron impidiendo el desarrollo de un sistema coherente, de modo que hubo de recurrir a la literatura, en tanto que expresión de la intimidad, para resolver algunos aspectos de la realidad de su yo. Esa angustia personal y su idea básica de entender al hombre como "ente de carne y hueso", y la vida como un fin en sí mismo se proyectaron en obras como En torno al casticismo (1895), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911) o Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913).

El primero de los libros fue en realidad un conjunto de cinco ensayos en torno al "alma castellana", en los que opuso al tradicionalismo la "búsqueda de la tradición eterna del presente", y defendió el concepto de "intrahistoria" latente en el seno del pueblo frente al concepto oficial de historia. Según propuso entonces, la solución de muchos de los males que aquejaban a España era su "europeización".

Sin embargo, estas obras no parecían abarcar, desde su punto de vista, aspectos íntimos que formaban parte de la realidad vivencial. De aquí que literaturizase su pensamiento primero a través de un importante ensayo sobre dos personajes clave de la literatura universal en la Vida de don Quijote y Sancho (1905), obra en la que, por otra parte y en flagrante contradicción con la tesis europeísta defendida en libros anteriores, proponía "españolizar Europa". Al mismo tiempo, apuntó que la relación entre ambos personajes cervantinos simbolizaba la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la vida y la común aspiración a la inmortalidad.

El siguiente paso fue la literaturización de su experiencia personal a fin de dilucidar la oposición entre la afirmación individual y la necesidad de una ética social. El dilema planteado entre lo individual y lo colectivo, entre lo mutable y lo inmutable, el espíritu y el intelecto, fue interpretado por él como punto de partida de una regeneración moral y cívica de la sociedad española. Él mismo se tomó como referencia de sus obsesiones del hombre como individuo. "Hablo de mí porque es el hombre que tengo más cerca."

Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas Paz en la guerra (1897), y Amor y pedagogía (1902) hasta la madura La tía Tula (1921). Pero entre ellas escribió Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), y sobre todo Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), libro que ha sido considerado por algunos críticos como autobiográfico, si bien no tiene que ver con hechos de su vida, sino con su biografía espiritual y su visión esencial de la realidad: con la afirmación de su identidad individual y la búsqueda de los elementos vinculantes que fundamentan las relaciones humanas.

En ese sentido, sus personajes son problemáticos y víctimas del conflicto surgido de las fuertes tensiones entre sus pasiones, y los hábitos y costumbres sociales que regulan sus comportamientos y marcan las distancias entre la libertad y el destino, la imaginación y la conciencia.

Su producción poética comprende títulos como Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velázquez (1920), Rimas de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), éste último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. También cultivó el teatro: Fedra (1924), Sombras de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933).

Sus poemas y sus obras teatrales abordaron los mismos temas de su narrativa: los dramas íntimos, amorosos, religiosos y políticos a través de personajes conflictivos y sensibles ante las formas evidentes de la realidad. Su obra y su vida estuvieron estrechamente relacionadas, de ahí las contradicciones y paradojas de quien Antonio Machado calificó de "donquijotesco".

Considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda. Jubilado desde 1934, sus manifiestas antipatías por la República española llevaron dos años más tarde al gobierno rebelde de Burgos a nombrarlo nuevamente rector de la universidad de Salamanca, pero fue destituido a raíz de su pública ruptura con el fundador de la Legión. En 1962 se publicaron sus Obras completas y en 1994 se dio a conocer la novela inédita Nuevo mundo.

domingo, 11 de julio de 2010

Soledad, Enrique Morón

Me duele el corazón, rejas de acero.
y a lo lejos el mar y los marinos.
Los montes juegan a la rueda. Quiero
la libertad del mar y los caminos.

Desde la soledad de mis cristales
digo adiós a las aves emigrantes.
Lloran las hojas. Lluvias torrenciales.
Rojo viento de oestes y levantes.

Ya se acerca la noche. Las esquinas
iluminan su tenue faz de hielo.
Vuelven los niños al hogar. Ovinas
caravanas de nimbos en el cielo.

Queda el pueblo en silencio. Las ventanas
han cerrado sus ojos. Pasa el río
más allá del silencio. Dos campanas
y un alto campanario en el vacío

de una noche otoñal. Amargamente
me he sentado a mi diestra y ha crecido
por mis duras mejillas una fuente
y una flor de cristal descolorido.

Me duele d corazón. Quietud. Se mueve
la aguja del reloj del viejo muro.
Viejos recuerdos. Viejas sombras. Llueve.
Mes de noviembre trágico y oscuro.

De "Paisajes del amor y el desvelo" 1970

Seco dolor en la noche, Enrique Morón

No sé. Quiero llorar. Pero es a veces
cuando el llanto no acude. Y es preciso
llorar. Y es necesario llorar. No sé.
Pero me invade un dolor por el cuerpo.
Un dolor seco de rastrojo. Estío
ha segado mis ojos y no puedo
llorar. Y es necesario llorar. Voy
camino de la muerte. Quizá quiera

morir. ¡Señor, sin una sola lágrima...!
Sin una sola lágrima morir
es algo cruel. Mordiéndome los labios
estoy aquí, cansado, en esta noche

de dolor seco, de dolor abrupto
como el tronco de un árbol. Esta angustia.
Esta quietud robusta. Y es preciso
llorar. Pero no puedo llorar. Soy

una gran piedra sobre la llanura,
un metal oxidado, un árbol seco.
Las noches pasan sobre mí. Las noches
no acaban de pasar. Ni un solo pájaro

canta. Ni una sola hoja se mueve.
Mis mejillas son tierra. Mis mejillas
son tierra con bolinas y cúspides.
Quiero llorar. Pero mi ojos miran.

Presencia, Enrique Morón

Cerca de mí tus ojos,
tu cintura de mimbre,
tu valor de quererme
y tu frágil anhelo
de brisas venideras.

Rotunda estás y eres
para mis labios curvos.

Cerca de mí tus venas
cantando como pájaros.

¡Qué delicada fuerza
me das cuando suspiras!

¡Qué multitud de naves
se alejan por tu frente
cuando en el aire piensas
melancólica y cierta!

¡Oh, tus pechos de novia,
circulares y prietos
como un canto campestre!

Cerca de mí pareces
un horizonte verde,
una esperanza tibia,
un dolor apagado.

Vienes y vas y vienes
para ser siempre nueva
realidad de la tarde
enervada en mis labios.

Vienes y vas y eres
la brisa que despierta
mi estambre. y mi silencio
cálido. Y mi sonrisa.

Oda al signo menos , Enrique Morón

Pero llegó el silencio. Y el otoño
era una muerte horizontal y sola;
los árboles talados, las umbrías
enmohecidas de olvidos y de hojas.

Atardecer. Puñales del ocaso.
Heridas en el sol y carne roja.
Un desfile de brujas van cantando
entre dientes, montadas en escobas.

¿A dónde está el amor? ¿En dónde viven
las alboradas tibias, las alondras
que conocen el ritmo de la sangre
definitiva de las amapolas?

¿Qué corazón soporta esta tristeza
cautiva en lo profundo de la boca?
¿A dónde está el amor? ¿Qué viento fuerte
pulió mi negación rotunda y sobria?

Preguntas y preguntas y silencio
y silencio y silencio, hora tras hora.
Ojos abiertos y cerrados. Ojos
que nada ven y nada esperan. Sombras.

De "Odas numerales" 1972

Oda al número cero, Enrique Morón,

Redonda negación, la nada existe
encerrada en tu círculo profundo
y ruedas derrotado por el mundo
que te dio la verdad que no quisiste.

Como una luna llena es tu figura
grabada en el papel a tinta y sueño.
Dueño de ti te niegas a ser dueño
de toda la extensión de la blancura.

Tu corazón inmóvil y vacío
ha perdido la sangre que no tuvo.
Es inútil segar donde no hubo
más que un cuerpo en el cuerpo sin baldío.

Redonda negación, redonda esencia
que no ha podido ser ni ha pretendido.
Sólo la nada sueña no haber sido
porque no ser es ser en tu existencia.

De "Odas numerales" 1972

Despedida, Enrique Morón

Te vas y yo me quedo para siempre conmigo.
Una quietud de árbol nace por mi cintura.
Te vas como una sombra, reptando la llanura,
herida por las uñas larguísimas del trigo.

Amiga mía fuiste cuando yo fui tu amigo,
guardamos equilibrio de pasión y ternura;
pero el amor se añeja cuando el amor perdura:
ni me arrastra tu marcha ni a quererme te obligo

Te vas y yo me quedo como siempre, contento.
La brisa da en mis ojos caricias y arañazos
y poco a poco surge la redondez del llanto.

Te vas y no me importa. Sí me importa. Lo siento.
Se ha quedado vacío el hueco de mis brazos
y un ruiseñor de piedra ha crecido en mi canto.

De "Paisajes del amor y el desvelo" 1970

Canción, Enrique Morón

Ayer me fui y ayer vine
pero me vuelvo a marchar.

Dichoso el hombre que tiene
casa donde pernoctar
y abrigo para sus hombros
y, para sus labios, pan.

Dichoso el hombre que lleva
ventanas de colegial
y corazón de geranio
y perfumes de azafrán.

Dichoso quien es dichoso
sin poderse desdichar.
Quien tiene muros de piedra
y raíces de olivar.

Ayer me fui y ayer vine
pero me vuelvo a marchar.

Enrique Morón, Biografía


Enrique Morón Morón (Cádiar, Granada, 1942) es un poeta y dramaturgo español.

Catedrático de Instituto de Lengua y Literatura españolas, se licenció en Filología Románica en la Universidad de Granada.[1] En la actualidad, es académico de número de la Academia de Buenas Letras de Granada.

Sus primeras obras datan de 1963 y 1964 (Poemas, Romancero alpujarreño y El alma gris) pero es a partir de 1970 cuando alcanza la madurez, revelándose como una de las voces poéticas más destacadas de la actualidad.[2]


La rica etapa de creatividad en la que vive el poeta Enrique Morón nos viene deparando, últimamente, la alegría de ver cómo van sucediéndose sus entregas y cómo sus libros más recientes van sumando logros y enriqueciendo su obra mayor. Hablo de una obra conformada por más de una decena de títulos de sobra acreditados, tanto por la hondura de sus contenidos cuanto por la inteligente y sensitiva lección de estilo a la que se accede a través de cada uno de ellos. Hace algunos meses, en septiembre del año pasado, asistíamos en Órgiva a la presentación de La brisa de noviembre. Fue una noche memorable que compartimos con escritores y artistas como José Martín Recuerda, Rafael Guillén, Francisco Izquierdo, Julio Alfredo Egea, Ángel Cobo, Francisco del Árbol, Juan J. León, Blas Ferrer, Alfonso Garrido y un largo etcétera de nombres señeros de nuestra cultura del sur. Fue una noche de versos y de música barroca, que nos interpretó Guillermo Wulff, una noche en la que tuve la fortuna de acompañar al poeta y anticipar unas palabras a su lectura inolvidable.

VEREDAS

Hoy también quiere el azar que acompañe a Enrique Morón en esta tarde en la que nos ofrece las primicias de sus Veredas, este hermoso y último libro suyo que con tanto mimo aparece en la colección Alhucema, ilustrado con las acuarelas ágiles y juanramonianas de Enrique Durán. Otra entrega más de un autor granadino, tan íntimamente unido a esta ciudad de Almería, que viene a recordarnos la alta calidad de la poesía andaluza de hoy; una poesía que, gracias a títulos como el que nos ocupa, puede ofrecer resistencia a ser anulada por la banalidad de la hora presente.

POESÍA COMPLETA
No voy a extenderme en recordar los hitos significativos de la obra de Enrique Morón, recogida en su mayor parte en Poesía 1970-1988 y completada con las entregas: Despojos (1990), La brisa de noviembre (1995) y estas Veredas que culminan por ahora su obra, sin contar, claro está, con los libros inéditos. Voy, como es lógico, a perderme un poco con ustedes, si me lo permiten, por esas Veredas, que cruzan el territorio de un mundo lírico pleno de sensibilidad, de maestría formal, de confidencias y de reflexiones sobre la vida, el amor, el paisaje y la muerte. Y todo ello en un permanente vaivén de la conciencia desde el hoy al ayer que nos depara tantas otras emociones intermedias. Por eso yo entiendo que es un acontecimiento saludar a un libro así, pequeño en su formato pero gigante en su enseñanza, e impagable por sus puertas abiertas a la nostalgia, a la tristeza, a la dicha de vivir, a la denuncia, al milagro, al amor, al deseo, al miedo. Estos versos que hoy nos convocan, convidarán a otros que aún no han nacido y, por encima del tiempo y del curso de las generaciones, estamos iniciando ese raro diálogo, esa imaginaria conexión enigmática. Aquí empieza la historia pública de unos versos que se han escrito para ser comunicados, para ser compartidos y a los que, con toda probabilidad, aguarda un futuro más amplio del que nos espera a cualquiera de nosotros. Y es que la poesía, cuando es de ley, tiene esa virtud de perpetuarse en muchas generaciones y esa facultad de filtrarse por el tiempo y las culturas más diversas.

LA BRISA DE NOVIEMBRE

Cualquier lector fiel a la obra de Enrique Morón habrá notado, nada más ojear Veredas y leer los primeros poemas, una cierta continuidad con el último texto de su anterior La brisa de noviembre. En La brisa de noviembre se terminaba con una composición titulada "Vámonos a los campos"(Que los arroyos crezcan en tus ojos/ y en mis palabras brisas, amor, vámonos/ a los campos) y en Veredas se inicia el volumen con otro poema de título parecido "Hacia los campos" que semeja ser la continuación efectiva de aquella propuesta. Sin embargo Veredas es un libro anterior en factura a La brisa de noviembre y, en cierto modo, es precursor del tono lírico mantenido en este título. De cualquier modo hay una continuidad de lenguaje y un parentesco de registros y de atmósferas, con la diferencia de que en Veredas veo más presente a esa amada con la que se dialoga desde los versos, a esa amada confidente.
El amor, sin duda, es el tema dominante en Veredas frente a una mayor diversidad en La brisa de noviembre. El amor y, claro está, el sentimiento de la naturaleza, esa suerte de alabanza de aldea que impregna medularmente su discurso, frente al rechazo de lo urbano. Es Enrique Morón un poeta colmado de naturaleza, como hubiera dicho Juan Ramón Jiménez, y en ella, en sus paisajes, se instala el ideal que quiere compartirse con la amada, esa Arcadia particular, decía yo en otro lugar, que es patria íntima y territorio frecuente de sus versos. Ambos motivos dan carne y sangre al conjunto, estructurado por el autor en cuatro ciclos bien diferenciados, que guardan cierto paralelismo, en su totalidad, no sólo con La brisa de noviembre, sino también con Soledad y Sereno manantial, las entregas que coronaban su obra poética completa.
La omnipresencia del tema amoroso hace que los poemas, breves por lo común, de dos o tres estrofas muchos de ellos, se conciban como un diálogo permanente con el tú de la amada. De ahí que sean frecuentes los apóstrofes, ruegos, consejos y peticiones al ser querido. Estas dos grandes vertientes son las que sobresalen de una forma reiterativa a lo largo de todo el poemario. Amor y naturaleza como paradigmas continuos de esa última etapa de su lírica, en la que el desahogo íntimo se vuelve confidencia, queja, invitación, condena, ruego, súplica, y es el amor, la amada, la destinataria de tales sentimientos, cuando no causa y origen de los mismos:

Amada azul que brincas por mis venas
en la noche perfumada de los besos;
dame la fuente clara de tus penas,
tus senos altos, sólidos, ilesos.
(pág. 16)

Se trata de poemas en los que triunfa la enumeración de elementos del paisaje, de la naturaleza en todas sus dimensiones: flora, fauna, y otros agentes y fenómenos: la luz, la brisa, el atardecer, el ocaso. Se trata, de nuevo, como es costumbre en el escritor, de textos acogidos a una idea compositiva global, concebida como ciclo completo, de temática unitaria y de arquitectura muy pensada. Como lectores, vamos percibiendo a través de ellos esa sensación de dinamismo, de paseo permanente por el campo, esa bocanada de libertad que nos depara el disfrute del paisaje, de un paisaje multiplicador de emociones en la palabra. La vieja metáfora manriqueña de la vida como camino, adquiere en estas otras Veredas, una dimensión panteísta en la que no es extraño detectar un sentimiento cósmico, de amor, también al mundo. La vida, el camino, en otro plano superior, late en su entraña. Se trata del camino por el que paseamos, del sendero en el que nos detenemos un momento, pero también de ese otro camino de los sueños, de ese otro sendero de la vida en el que el amor ha dejado sus marcas y sus señas:

La tarde se diluye entre tus brazos
y el horizonte incendia tus cabellos.
Por la vereda de los sueños vamos.
Vamos por la vereda de los sueños.
(pág., 28)

El libro, a la par que nos invita a ese dinámico recorrido por los campos reales o evocados del poeta, también se nos ofrece como una magistral ejemplificación de Arte Poética. El repertorio de recursos de estilo es riquísimo y es raro el poema en el que no nos deslumbre una insólita metáfora o nos sorprendan sus imágenes, sus aliteraciones, sus personificaciones, o sus insólitas enumeraciones sensoriales. Desprenden sus páginas todo ese cromatismo sensual que nutre la paleta de un pintor escogido. El paisaje se traza con rasgos firmes, rápidos, convincentes o se aboceta a veces para dar entrada en él a los sentimientos, que cobran entonces mayor protagonismo.
Como en otros libros anteriores también aquí juega un papel primordial el recuerdo de un ayer edénico, cruzado por las sombras de otras penas hondas y de otras nostalgias que ponen su contrapunto a la alegría de los árboles, de las riberas o de los cielos recuperados. Los ejes del pasado (el ayer) y del presente van conformado ese discurso que rinde balance de conquistas o de sueños aplazados. La vida / nos ha tornado lógicos, dirá el poeta en un texto que nombra "Aquel estío". Porque en el ayer siguen intactas la alegría, la felicidad, esa sensación de invulnerabilidad, y esa esperanza que el paso del tiempo ha ido matizando hasta deparar este hoy de la escritura en el que pesa y cumple la vida vivida. Ese tránsito, ese transcurso, ese paso del tiempo está marcado por la referencia a los astros, a las estaciones, o señalado por la lengua broncínea de las campanas que anuncian la hora cotidiana de los pueblos del sur. Esa hora irreal en la que casi se percibe el silencio de los campos, esa hora honda y mágica en la que, de repente, como el Dante nos recuerda, nos vemos en medio del camino de la vida y ante la incertidumbre y los presentimientos de lo por venir:

Ya no somos muchachos adolescentes.
Los días platearon nuestros cabellos.
Campanas arrogantes. Altas veredas.
Silencio de los campos. Tus ojos negros

guardan el mismo brillo bajo la luna
grande de las montañas y el mismo miedo.
Ya no somos muchachos adolescentes.
Silencio de los campos, amor. Silencio.
(pág., 76)

Poemas, como podemos comprobar, de un alto poder sugeridor, que a veces se nimban de un cierto reflejo becqueriano, o que basculan entre la tradición culta y la popular. Estrofas limpias o de versos encabalgados, que resaltan esta efímera esencia de la vida, transmutada en veredas del amor, del recuerdo, del paisaje. Pero ante todo del amor, como apuntaba al principio. Este es libro amoroso por excelencia, en el que brillan con muchos matices los ojos de la amada. La importancia, por ejemplo, de la mirada hace de estos versos ejemplo de sublimación, propuesta de idealismo. Resulta curioso, a este respecto, cómo llega a convertirse en un leit-motiv este aspecto temático de la mirada, ese escudriñar la verdad de los ojos que adquieren una multiplicidad de variantes a lo largo de todo el libro. Así desde la propuesta de Mirémosnos y amemos este mundo/ deteriorado, frágil del poema "Otero", pasando por aquel estío de tus ojos, o ese Ausente posas tu mirada al viento, o esos ojos fluviales o ese vivir al borde de tus ojos, los ojos serán ojos absortos, otoñales, negros, tibios, etc., e irán adquiriendo valores próximos al clima sensitivo de las composiciones. A veces este asunto se convierte en materia central de un poema, como ocurre en "Tu mirada", en donde el poeta manifiesta más claramente la seducción que esos ojos ejercen sobre su vida y sobre su escritura:

Yo sé que tu mirada me sumerge,
me inunda en el silencio de la noche.
Espérame a la aurora y el rocío
brinque a tu cuerpo y a mi cuerpo torne.

Yo sé que tu mirada me desvela,
me sube al pecho con clamor de bronce.
¿A dónde puedo ir si no me miras?
Y si me miras ¿dónde iré?, ¿por dónde?
(pág., 44)


AMOR Y NATURALEZA (SOMOV)

Como es lógico son otros muchos los registros que el amor adquiere en estos versos, pero no hace al caso analizarlos aquí pormenorizadamente. Baste esta muestra para advertir que el amor también contempla otras muchas vertientes de las que no están ausentes el deseo o el erotismo, la súplica, la duda o el canto desinhibido de su gozo permanente. Cuatro apartados, en suma, que nos darían mucho que hablar; cuatro series en la que se van sucediendo múltiples variantes en el paso de una a otra. Así, por ejemplo, si en Hacia los campos, es mayor el equilibrio entre amor y naturaleza, en la segunda, Confidencias, adquiere palpable relevancia el hecho erótico, desde el intimismo habitual de su estilo, al tiempo que se dejan sentir otras emociones oscuras, otros estados de tristeza, de soledad, de cierta incomunicación, etc. Ya en la tercera, Violonchelos, junto al tema de la música, que no es marginal en esta entrega, cobra mayor espacio la melancolía y el recuento de lo vivido, junto con otras nieblas de desesperanza. Pero el amor es el refugio, la salvación, el alimento del espíritu. Con esa única certeza se llega a La calle del silencio, el último tramo del texto, en el que se deja constancia, desde posiciones críticas del fraude, de la moral pervertida, y se nombra, con plena conciencia el absurdo mundo o se hace referencia a los oscuros tiempos. Es un pecho involucrado, el que habla, y es al amor al que le pide permanencia y alivio.
PAISAJE CON GRANJA (JOSÉ LUPIÁÑEZ CARRASCO)

Un privilegio enorme es para mí poder sumar mi entusiasmo al de los que aquí nos reunimos para dar la bienvenida a estas Veredas líricas, por las que ha sido tan hermoso transitar. Más que nunca en estos tiempos de angustia, de falsos ídolos y de valores espúreos, los versos de Enrique Morón vienen a devolvernos la verdad esencial de un hombre que, a través del amor, del paisaje o de la propia biografía ha sabido interpretar las emociones y los sentimientos que a todos nos incumben y hacer más transitables esos paisajes de nuestra cotidianeidad dando pruebas de un estilo impecable y dejándonos sin altisonancia el ejemplo de su intimismo, pleno de autenticidad, de equilibrio y de sabiduría poética.


JOSÉ LUPIÁÑEZ
Teatro Apolo. Almería,
29 de marzo de 1996

jueves, 1 de julio de 2010

Me queda la palabra , Paco Ibañez

Vi que estabas..., Blas de Otero

Volví la frente: Estabas. Estuviste
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.

Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.

Volví a la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, amor, ya tarde y peligroso.)
y destejiendo nieve...

Porque quiero tu cuerpo ciegamente..., Blas de Otero

Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
Porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror,
esa cadena mortal,
que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente.

Diente a diente,
voy bebiendo tu amor,
tu noche llena.
Diente a diente, Señor,
y vena a vena vas sorbiendo mi muerte.
Lentamente.

Porque quiero tu cuerpo
y lo persigo a través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir,
vivir contigo esta horrible tristeza enamorada
que abrazaría, oh Dios, cuando yo muera.

Música tuya, Blas de Otero

¿Es verdad que te gusta verte hundida
en el mar de la música; dejarte
llevar por esas alas; abismarte
en esa luz tan honda y escondida?

Si es así, no ames más; dame tu vida,
que ella es la esencia y el clamor del arte;
herida estás de Dios de parte a parte,
y yo quiero escuchar sólo esa herida.

Mares, alas, intensas luces libres,
sonarán en mi alma cuando vibres,
ciega de amor, tañida entre mis brazos.

Y yo sabré la música ardorosa
de unas alas de Dios, de una luz rosa,
de un mar total con olas como abrazos.

Ímpetu, Blas de Otero

Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
y encima de este otro, un ancho río

de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
mi corazón en pie, rayo sombrío.

Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
sin dudar, sobre abismos infinitos,
con la mano tendida: si no alcanzo

con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
al mar, desde una fronda de apetitos.

De "Ángel fieramente humano" 1950

En el principio, Blas de Otero

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Cuerpo tuyo, Blas de Otero

Esa tierra con luz es cielo mío.
Alba de Dios, estremecidamente
subirá por mi sangre. Y un relente
de llama, me dará tu escalofrío.

Puente de dos columnas, y yo río.
Tú, río derrumbado, y yo su puente
abrazando, cercando su corriente
de luz, de amor, de sangre en desvarío.

Ahora, brisa en la brisa. Seda suave.
Ahora, puerta plegada, frágil llave.
Muro de luz. Leve, sellado, ileso.

Luego, fronda de Dios y sima mía.
Ahora. Luego. Por tanto. Sí, por eso
deseada y sin sombra todavía.

Cuerpo de la mujer, Blas de Otero

...Tántalo en fugitiva fuente de oro
Quevedo

Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.

Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos,
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro...

Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.

Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.

Crecida, Blas de Otero

Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
con la sangre hasta el borde de la boca,
voy
avanzando
lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
algunas veces,
voy
avanzando sobre este viejo suelo, sobre
la tierra hundida en sangre,
voy
avanzando lentamente, hundiendo los brazos
en sangre,
algunas
veces tragando sangre,
voy sobre Europa
como en la proa de un barco desmantelado
que hace sangre,
voy
mirando, algunas veces,
al cielo
bajo,
que refleja
la luz de la sangre roja derramada,
avanzo
muy
penosamente, hundidos los brazos en espesa
sangre,
es
como una esperma roja represada,
mis pies
pisan sangre de hombres vivos
muertos,
cortados de repente, heridos súbitos,
niños
con el pequeño corazón volcado, voy
sumido en sangre
salida,
algunas veces
sube hasta los ojos y no me deja ver,
no
veo más que sangre,
siempre
sangre,
sobre Europa no hay más que
sangre.

Traigo una rosa en sangre entre las manos
ensangrentadas. Porque es que no hay más
que sangre,

y una horrorosa sed
dando gritos en medio de la sangre

Ciegamente, Blas de Otero

Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.

Inconsolablemente. diente a diente,
vos bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.

Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
porque busco tu noche toda entera.

Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.

Aire libre , Blas de Otero

Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...

También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.

Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.

Blas de Otero, Biografía


Blas de Otero

(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España.

Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.

Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.

A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.

Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.

Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad con la tragedia viva", lo que consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.

En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).

martes, 22 de junio de 2010

Luis Alberto Ambroggio

LA DUDA , Luis Alberto Ambroggio

Dudar es caminar en el mundo de las ideas
al mover una pieza en un juego de ajedrez;
es preguntarse siempre el porqué de lo que sea
dejando abierto el interrogante cada vez.

Dudar es andar esta vida cruel y humana
en el paso ebrio de su rígida estrechez
y saber lo que se sabe, poco y nada
sin encontrar casi nunca razón a lo que es.

Dudar es ir viviendo la muerte poco a poco
como en un encierro sofocante de vejez
enfocar las cosas y no obtener el foco
que las capture todas con perfecta nitidez.

Dudar es un buscar sabio sin encuentro
del pensar mismo en su insaciable avidez,
es el hombre en sí definido muy por dentro
en carne y alma con su incógnita a través.

OLAS DE FUEGO, Luis Alberto Ambroggio

Mis besos suenan
como gotas de agua
abriendo al caer
tu mansión de agua y de seda.
Tus besos no suenan
forman agua con mi agua
naufragio divino
de varias profundidades

No sé si llegaremos a ser un mar
de ritos evaporados.

EL TESTIGO SE DESNUDA, Luis Alberto Ambroggio

A Nela Río

¿Para qué escribo?
Para crucificarme y resucitar luego como tierra húmeda e inocente.
Para ser el último y el primero.
Para detener de una vez el río en la mano y beber agua.
Para que quienes beban las gotas sepan que hay río.
Porque los colmillos hacen ruido de frío, piedra y furia
Y porque las sombras de mis días y noches pierden todos los jeroglíficos.
Para que me entiendan y no me entiendan los que pasean en las calles
..........con sombreros de todo tipo.
Para que quienes entiendan me inventen sin dolores de espalda.
Escribo para sembrar cenizas de colores en la soledad vasta y el gran silencio
Y porque sin besar, beso, y sin morir, muero.
Y me escapo con las manos llenas de insomnios indignos
Para transformar las noches en una luz feliz y el día en dos sueños rojos.
Escribo para repetirme hasta el olvido y recordarlo en cada verso
Y porque así el principio y el fin se tornan inagotables.

MAÑANA DE OTOÑO, Luis Alberto Ambroggio

Mañana otoñal
De viejas memorias
Bellezas y glorias
En sin fin manantial
De amarilla hermosura
Que el viento produce
Y en minutos reduce
A un montón de basura.
¡Qué cosa más linda
de gozar con premura
mientras la brisa murmura
y el árbol le brinda
con colores de encaje
su temporal despedida!
¡Qué bella la vista,
qué triste el mensaje!

MI PRIMER VUELO, Luis Alberto Ambroggio

Hoy me entregué al viento
con alas grises de alivio
en la libertad del cielo.
Miré el azul de cerca
y el horizonte no era sólo poesía
sino también referencia.
Fui yo, no me llevaron
un poco como pájaro,
niño mimado del aire
titubeante en los primeros pasos.
Volar es la fascinación del alma.
La tierra me espera
con brazos de madre.
Con mi sonrisa feliz
le traigo algo del sol triunfante.

Luis Alberto Ambroggio , Biografía



Luis Alberto Ambroggio
1945-

Nació en Córdoba, Argentina. Desde 1967 reside en los Estados Unidos. Estudió Filosofia y
Letras, Ciencias Sociales y Económicas. Al presente como empresario aeronáutico combina su entusiasmo por el vuelo y su entrega poética ("Si mis huesos serán cenizas, mi alma se quedará en poemas").

Luis Alberto ha sido miembro de SIADE, Academy of American Poets, miembro de la Asociacion Prometeo de Poesia (Madrid), Director de la AIP, colabora con publicaciones de EE.UU., Europa e Hispanoamérica, en donde ha participado en recitales poéticos. Autor de la letra de la cancion folklorica "Dame el Pan Argentina" grabada en long-play junto a la "Oda a la Patria" de Borges. Participa en el programa "Poemas Poster" y la transmision radial por Canada de poesía en español, organizados por la Universidad de St.Thomas. Algunos de sus poemas, traducidos al inglés, aparecen en textos de Literatura en Instituciones Educativas de los EE.UU. "Bridges to Literature", "Passages". Su poesía ha sido grabada en los Archivos de Literatura Hispanoamericana de la Biblioteca del Congreso de los EE.UU. Ambroggio ha sido honrado con la designación de Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Teodosio Fernandez catalogaría la poesía de Ambroggio dentro de la corriente actual caracterizada por una "sencillez engañosa" que busca la complicidad del lector dentro de su brevedad y desnudez que se acerca al silencio. "Sencillez exquisita" (María del Aguila Boge Pineda). "Poesía dulce y culta" la calificaba el poeta sevillano Juan Sebastian. "Estamos ante un poeta tremendamente humano" escribió el ensayista cubano Octavio Costa con motivo de la presentación del libro "Poemas de Amor y Vida" en el Club de Prensa de Los Angeles. El filólogo andaluz Dr. Enrique R. Baltanas concluye su análisis afirmando: "Luis Alberto se aferra al manantial seguro, inagotable, de donde bebe tanto la poesía como la vida". "Sólo seré viejo cuando ya no tenga más vida para amar, nos confiesa en español, a caballo entre Borges y Whitman, este hombre del aire..." "Poeta valioso", escribe Odón Betanzos Palacios, Presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. En opinión de la destacada crítica literaria Dra. Moraima Semprúm de Donahue "no cabe duda que nos hallamos ante una literatura de singular atractivo e intelectualidad".

miércoles, 9 de junio de 2010

Por rincones de ayer, José Agustin Goytisolo

En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.

En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.

En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.

Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.

Palabras para Julia, José Agustin Goytisolo

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre sólo, una mujer
así, tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Palabras nunca dichas, José Agustin Goytisolo

No sabía decirlas, no podía;
porque jamás las pronunciará antes,
juntas así.
La angustia la mataba,
imposible aguantar aquel anhelo
que era dolor cruel
de tan agudo.
Y las palabras nunca dichas
fueran el único remedio
en aquel trance
que alteraba su cuerpo:
de la piel, hasta lo más profundo.
Con voz rota ella pide:
¡oh tú, por caridad ayúdame
a decirte que... Palabras.

Esa flor instantánea, José Agustin Goytisolo

Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.

Así..., José Agustin Goytisolo

Algunas veces llego
presuroso, rodeo
tus rodillas, toco
tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera
decirte tantas cosas!
Te compraré un pañuelo,
seré buen chico, haremos
un viaje....No sé,
no sé lo que me pasa.

Quiero morir así,
así en tus brazos.

José Agustin Goytisolo, Biografía


José Agustín Goytisolo
(1928-1999)

Miembro de una conocida familia de escritores –sus hermanos Juan y Luis son conocidos novelistas–, el poeta José Agustín Goytysolo formó junto con Gabriel Ferrater, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma o el novelista Juan García Hortelano, entre otros, la llamada Escuela de Barcelona –núcleo de la Generación de los 50–, que revitalizó con fuerza la apagada lírica española de la posguerra.

José Agustín Goytisolo Gay nació en Barcelona el 13 de abril de 1928. Era hijo de José María Goytisolo y de Julia Gay, dama oriunda de l'Empordà (Girona) pero de ascendencia francesa.

Los antecedentes más cercanos de la familia Goytisolo se remontan al bisabuelo Agustín, nacido en Lequeitio (Vizcaya) en 1812 y que, muy joven aún, se fue a hacer las Américas a Cuba, donde amasó una gran fortuna. De regreso a Cataluña adquirió varios inmuebles en una zona señorial y hasta se hizo construir una mansión en la entonces solitaria plaza de Cataluña.

Buena parte de su patrimonio lo heredó su hijo Antonio, abuelo de los escritores, el cual compró un palacete morisco en la Ciudad Condal, donde vivía holgadamente tanto de sus rentas como de las de su esposa, Catalina Taltavull, heredera a su vez de una enorme fortuna derivada de negocios familiares en la isla de Menorca. De este matrimonio nacieron cinco varones y cinco mujeres.

El hijo mayor, José María se casó en 1918 con Julia Gay Vives, una bella joven de la burguesía liberal ilustrada y bienpensante, mujer culta que entendía varios idiomas, tocaba el piano e incluso llegó a escribir poesía. Ella transmitiría esa vena literaria a sus hijos, escritores en el futuro. En el palacete nacerían Antonio, que moriría adolescente y Marta. Luego la familia se trasladaría a un caserón de la Vía Augusta, en el que nacieron José Agustín y Juan, éste en 1931. En 1935 nace el más pequeño, Luis, en una casa de estilo francés que la familia acababa de adquirir en la parte alta de la ciudad.

Durante todos estos años, los Goytisolo disfrutaron de una confortable vida burguesa, cuya placidez quedó bruscamente truncada por el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936. Huyendo de las iras anarquistas se refugiaron primero en una finca que la familia tenía en el Maresme y después en una masía de Viladrau, pueblo montañés cercano al Montseny donde los hermanos vivirían un forzoso y largo período vacacional impuesto por la guerra. Una guerra que trajo la desgracia a la familia, ya que en una de sus idas a Barcelona, la madre fue alcanzada en el Paseo de Gracia-Gran Vía por una bomba de la aviación franquista, muriendo en el acto.

Algunos han querido ver en este episodio dramático el origen de la animadversión que los futuros escritores profesarían al franquismo, unos como activos militantes del Partido Comunista de España, y otros como José Agustín que jamás militó en partido alguno pero que destacó siempre por su participación en actos de rebeldía contra el régimen de los vencedores. Para otros, la ausencia de la madre explicaría también las divergencias que posteriormente surgieron entre los hermanos y su dedicación a la escritura como válvula de escape. Los hermanos Goytisolo, sobre todo José Agustín, jamás asumieron la trágica desaparición de aquella madre que era el núcleo aglutinador de la familia. Cuenta Miguel Dalmau, autor de la biografía "Los Goytisolo", que los tres hermanos fueron educados por el padre en el miedo y un abrumador sentido de culpa colectivo por la muerte de la madre. A ello han de sumarse las difíciles relaciones que mantuvieron con su progenitor, lleno de paranoias y fijaciones por la esposa y el hijo primero fallecidos. Tal era su estado mental que convirtió a su mujer muerta en tabú familiar, prohibiendo siquiera mencionarla indirectamente, hasta el punto de imponer el nombre de Eulalia a una sirvienta que se llamaba Julia, como su esposa.

Terminada la guerra, los Goytisolo crecerían en la Barcelona de los duros años cuarenta, soportando los rigores de una educación impregnada hasta la médula del nacionalcatolicismo. Para mayor frustración, con el franquismo sobrevino también el declive económico de la familia.

Expulsado de los jesuítas junto con su amigo Joan Raventós, José Agustín continuó sus estudios en los hermanos de la Salle, entre 1940 y 1945, donde terminó el bachillerato. Matriculado en Derecho en la antigua Facultad de Letras de la Universidad de Barcelona, sufrió la violencia de los miembros del Sindicato Español Universitario (SEU), siendo expedientado por una supuesta vinculación al Partido Comunista, lo que le obliga a desplazarse a Madrid. Allí se relaciona con gente como Emilio Lledó, José Angel Valente y Angel González, en una época en la que ya había nacido el embrión del llamado grupo de Barcelona, cuyos integrantes se reunirían regularmente en el desaparecido bar Cristal de la calle Balmes, para hablar entre copa y copa de lo humano y lo divino. Era un grupo compacto en la amistad pero disperso en los gustos literarios. Mientras que Gil de Biedma era más bien anglófilo y Carlos Barral francófilo, José Agustín estaba más cercano a Dámaso Alonso, Antonio Machado, Pablo Neruda o poetas italianos como Cesare Pavese o Pasolini.

José Agustín fue de los primeros en sobresalir como literato y aunque en 1955 ya había editado "El retorno" con claras influencias de la llamada poesía ética, su libro es de las pautas de la Generación del 98. En 1959 participó junto a los más relevantes poemas "Salmos al viento" (1958) quien lo revela como una de las voces más contrastadas de la poesía de la posguerra, erigiéndose en alternativa a toda una serie de poetas de muy buen trino pero con el reloj parado y anclados poetas de su generación, en el homenaje a Antonio Machado, en la localidad francesa de Collioure, donde el universal poeta sevillano se halla enterrado. Fueron años de efervescencia, en los que José Agustín se sumergió de lleno.

A lo largo de la década de los sesenta intervino en diversos homenajes a figuras republicanas y en actos como la Caputxinada de 1966, uno de los hitos políticos de Cataluña que marcaron el camino hacia la todavía lejana democracia. José Agustín Goytisolo refleja magistralmente los vaivenes de aquellos años en obras como "Años decisivos" (1961), "Claridad" (1961), "Algo sucede" (1968) o "Bajo tolerancia" (1977). Durante esta época se dedicó también a pronunciar conferencias sobre poesía catalana y a escribir sobre el mismo tema en publicaciones españolas y extranjeras. Fruto de ello es la "Antología Poetas catalanes contemporáneos", preparada por José Agustín y que se agotó en sólo tres meses.

Su amistad con el gran cantautor Paco Ibáñez, iniciada a mediados de los sesenta, contribuiría a difundir su obra mediante multitudinarios recitales en Europa y Sudamérica, donde su verso sencillo y hondo prendería en el alma de las gentes. Más tarde pondrían música a sus versos Amancio Prada, Rosa León y Joan Manuel Serrat. Versos como Palabras para Julia, El lobito bueno, Me lo decía mi abuelito, "Historia conocida", Soldado si, La berceuse de Julia, etc, trascendieron las paredes de las bibliotecas y de las universidades para convertirse en referentes populares de una época, en la que el poeta prefería que se hablara más de su obra que de sí mismo. Sus poemas, de hecho eran conocidos más allá del restringido ámbito estrictamente literario. Baste decir que en 1993 se estrenó en la Universidad de Málaga, un espectáculo titulado "La voz y la palabra", que se convirtió en itinerante un año después. En él, José Agustín recitaba con una sobriedad estremecedora, alternando su voz con las canciones de Paco Ibáñez sobre poemas no sólo propios, sino de toda la lírica castellana. Entre 1994 y 1995 recorrió toda España, viajó a Buenos Aires, Montevideo, Sarajevo y París. Con el mismo título grabó un CD que se convirtió en una pieza de coleccionista, por la mínima difusión que de él se hizo a instancias del poeta.

José Agustín Goytisolo formó parte, a finales de los años setenta y principio de los ochenta, del Taller de Arquitectura, iniciativa que reunió a poetas, arquitectos, sociólogos, urbanistas y otros personajes destacados en diversos ámbitos creativos y profesionales. Aglutinado en torno a la figura del arquitecto Ricardo Bofill, el objetivo del colectivo era buscar una arquitectura vinculada a las exigencias materiales y culturales del hombre de finales del siglo XX.

Entre 1980 y 1990 Goytisolo publicará "Los pasos del cazador", en el que ofrecía su propia filosofía, "Palabras para Julia y otras canciones" (1980), "A veces gran amor" (1981), "Sobre las circunstancias" (1982), una antología temática de su obra, "La bruja hermosa" (1984), "Final de un adiós" (1984), donde vuelve a la formula elegíaca que ya empleara en "El retorno", "El pirata honrado" (1984) y "El rey mendigo" (1988) finalista del Premio Nacional de Literatura en 1989.

Después de varios años de silencio poético debido a las depresiones que atenazan su inventiva, parece volver a encontrarse con la inspiración y da salida a varios poemarios: "La noche le es propicia" (1992), una historia de amor en cuarenta poemas que dedicó a Pedro Salinas, "El ángel verde y otros poemas encontrados" (1993), "Elegías a Julia Gay" (1993), dedicado a la memoria de su madre, "Novísima Oda a Barcelona" (1993), donde reconstruye en setecientos versos la historia de la Ciudad Condal desde el siglo IV hasta el año 2010, con unas predicciones que no fueron del agrado de ciertas instituciones. A estas obras siguieron "Como los trenes de la noche" (1994), "Cuadernos del Escorial" (1995), "Las horas quemadas" (1996) y la antología "Poeta en Barcelona" (1997). Además de haber escrito una veintena de libros propios, Goytisolo ha traducido a otros autores, tanto extranjeros (Quasimodo, Ugaretti, Pavese, Pasolini, Quarantotti, Bassani, Agostinho Neto, Esenin, Puccini), como españoles en lengua catalana (Salvat-Papasseit, María Manent, Joan Vinyoli, J. V. Foix, Carles Riba, Josep Carner, Gabriel Ferrater, Rosselló-Pòrcel, Salvador Espriu, Josep Mª de Segarra, Pere Quart y Montserrat Roig). También ha preparado varios volúmenes antológicos:

# Nueva poesía cubana. Antología poética
# Poetas catalanes contemporáneo
# Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI
# Jorge Luis Borges:
# Poemas escogidos José Lezama Lima: Esfera-imagen y Fragmentos a su imán.

El 19 de marzo de 1999 moría trágicamente al precipitarse desde una ventana. Algunos de sus allegados afirman que en el momento de su fallecimiento se encontraba muy deprimido, manejándose la hipótesis del suicidio. La familia, sin embargo negó esta posibilidad y atribuyó su muerte a un desgraciado accidente mientras reparaba una persiana.

Nos deja un extenso conjunto poético donde tras un disfraz a veces irónico, otras veces sarcástico se esconde un personaje tierno y cargado de tristeza. Poseedor de uno de los lenguajes más depurados de la literatura castellana de los últimos años, Goytisolo consigue que sus poemas tengan un aire de inmediatez y de frescura, a la par que una clara aspiración de construir un nuevo humanismo sobre los escombros de la cultura oficial que el grupo de los 50 quiso demoler con su piqueta.

Para su adiós quizás sean adecuadas las mismas palabras que pronunció en Coulliure ante la tumba de Machado: "Yo no he venido a llorar tu muerte, sino que alzo mi vaso y brindo por tu claro camino y porque siga tu palabra encendida".

He aquí un pequeño poema, recogido de su libro "Palabras para Julia y otras canciones", amargo y con tintes "machadianos", reflejo de la tristeza del poeta barcelonés:


ADIÓS

Señor de todas las cosas
que yo tuve, escúchame.
Nada de lo que tenía
me sirvió para después.

Nada de lo que tenía:
ni la mirada más pura
ni el amor ni la esperanza
ni tan sólo la alegría.

Señor de mis ilusiones
perdidas hasta más ver.
Ojalá que en mi camino
no te cruces otra vez

COMO LA PIEL DE UN FRUTO

Como la piel de un fruto suave
A la amenaza de los dientes
Iluminada alegre casi
Ibas camino de la muerte

La vida estaba en todas partes
En tu cabello sobre el césped
Sobre la tierra que añorabas
Sobre los chopos por tu frente

Todo pasó tal un verano
Sobre tu carne pura y breve
¡Como la piel de un fruto eras
tan olorosa y atrayente!

sábado, 5 de junio de 2010

Sonríe, Mario Chiappetta

Sonríe
porque la vida es bella.
Ríe
porque te amo.
El sol y la luna
salen todos los días
para ti.

Emociónate
no cierres el corazón
abre sus ventanas
y mira su interior.
Los sentimientos
que deambulan a la deriva
entre las ilusiones
la desesperanza
por un mar
de horas monótonas y felices.

El día
transcurre
la rutina del trabajo
te hace olvidar lo cotidiano.
Pero regresas
y la noche
inunda tu casa
la soledad te rodea
estas acompañada
y estas también sola.

Déjame
instalarme a tu lado
sentir la angustia
y el dolor
mirarte a los ojos
tus ojos verdes grisáceos
y otras veces miel.

Déjame
ocupar un rincón
de tu corazón
para sentir
lo que tu sientes
para reír
como tu ríes
para llorar
llorar como yo lloro.

Mis manos
aferran las tuyas
tu vida
es parte de mi vida
estamos entrelazados
como una enredadera
que trepa
por el muro de las horas
en busca del sol.

Las horas detenidas, Paul Éluard

Las horas detenidas" de Paul Eluard (traducción de Rafael Alberti),
Amadeo García: Música. Guitarras, voz, teclados, bajo
Sebastián Matthews: Guitarra, producción
Omar Ormachea: Bateria.

Un solo pensamiento, Paul Éluard

Sobre mis cuadernos de escuela,
sobre el pupitre, sobre el roble,
sobre la nieve y en la arena
escribo tu nombre.

Sobre las páginas leídas,
sobre las páginas incólumes
-piedra, sangre, papel, ceniza-
escribo tu nombre.

En las imágenes doradas,
sobre los signos de la Corte,
sobre tizonas y corazas
escribo tu nombre.

Sobre el desierto y en la jungla,
sobre la infancia de las voces,
sobre la rama y en la gruta
escribo tu nombre.

Sobre el pan blanco de los días,
sobre el prodigio de la noche,
sobre la flor y las vendimias
escribo tu nombre.

Sobre los cielos que azulan
en los estanques -muertos soles-;
sobre los lagos -vivas lunas-
escribo tu nombre.

Sobre las colinas remotas,
en las alas de los gorriones,
sobre el molino de las sombras;
escribo tu nombre.

Sobre los hálitos del alba,
sobre la mar y sus galeones,
sobre la demente montaña,
escribo tu nombre.

Sobre el vellón de los espacios
y el estertor de los ciclones,
sobre el limo de los chubascos,
escribo tu nombre.

Sobre las formas cintilantes,
sobre la pátina del bronce,
sobre las físicas verdades,
escribo tu nombre.

Sobre las rutas desveladas
y las sendas sin horizonte,
sobre las mareas humanas,
escribo tu nombre.

Sobre la llama que fulgura,
Sobre la llama que se esconde,
sobre los techos que se juntan,
escribo tu nombre.

Sobre la fruta en dos partida
del espejo que me recoge;
en mi lecho -concha vacía-
escribo tu nombre.

Sobre mi can goloso y tierno
y en la oreja que atenta pone,
sobre su salto poco diestro,
escribo tu nombre.

Sobre la grada de mi puerta,
sobre la loza y los arcones,
sobre las ascuas de la leña,
escribo tu nombre.

Sobre la carne que se entrega,
en la faz del amigo noble,
sobre la mano que se estrecha,
escribo tu nombre.

Sobre el vitral de los secretos,
sobre las bocas ya sin voces,
sobre los más hondos silencios,
escribo tu nombre.

Sobre el albergue derruido,
sobre el escombro de mi torre,
sobre los muros de mi hastío
escribo tu nombre.

Sobre la ausencia sin deseos,
sobre mi soledad insomne,
sobre los lúgubres aleros,
escribo tu nombre.

Sobre la calma que retorna,
sobre los extintos pavores,
sobre el anhelo sin memoria,
escribo tu nombre.

Y en el poder de tu palabra
mi vida vuelve a comenzar:
he renacido a tu llamada
para invocarte:

LIBERTAD!!

Versión de Carlos López Narváez

jueves, 3 de junio de 2010

Te amo, Paul Éluard

Te amo por todas las mujeres que no he conocido.
Te amo por todos los tiempos que no he vivido.
Por el olor del mar inmenso y el olor del pan caliente.
Por la nieve que se funde por las primeras flores.
Por los animales puros que el hombre no persigue.
Te amo por amar.
Te amo por todas las mujeres que no amo.

Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco
sin ti no veo más que una planicie desierta.
Entre antes y ahora
están todas estas muertes que he sorteado sobre paja.
No he podido atravesar el muro de mi espejo.
Tuve que aprender la vida como se olvida
palabra por palabra

Te amo por tu sabiduría que no me pertenece.
Te amo contra todo lo que no es más que ilusión.
Por el corazón inmortal que no poseo
crees ser la duda y no eres sino razón.
Eres el sol que me sube a la cabeza
cuando estoy seguro de mí.

Versión de Luis A. Cano

Solamente deseo amarte..., Paul Éluard

Solamente deseo amarte
Una tempestad llena el valle
Un solo pez el río

Te he hecho
A la medida de mi soledad
Todo el mundo para esconderse
Días y noches para comprenderse

Para contemplar en tus ojos
Todo lo que pienso de ti
Y de un mundo hecho a tu imagen

Y las noches y los días gobernados por tus párpados.

La muerte, el amor, la vida..., Paul Éluard

Creí que me rompería lo inmenso lo profundo.
Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco,
me tendí en mi prisión de puertas vírgenes
como un muerto sensato que había sabido morir.
Un muerto coronado sólo de su nada ...
Me tendí sobre las olas absurdas del verano
absorbido por amor a la ceniza.
La soledad me pareció más viva que la sangre.

Quería desunir la vida,
quería compartir la muerte con la muerte,
entregar mi corazón vacío a la vida
borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho...
Nada delante, nada detrás, nada entero.
Había eliminado el hielo de las manos juntas,
había eliminado la osamenta invernal
del voto de vivir que se anula.
Tú viniste y se reanimó el fuego,
cedió la sombra el frío,
aquí abajo se llenó de estrellas
y se cubrió la tierra.
De tu carne clara me sentí ligero...
Viniste, la soledad fue vencida,
tuve una guía sobre la tierra y supe
dirigirme, me sabía sin medida,
adelantaba ganaba tierra y espacio

Iba sin fin hacia la luz ...
La vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas
promisoria de miradas confiadas para el alba.
De la noche surgía una cascada se sueños.

Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla.
El primer rocío humedecía tu boca
deslumbrando reposo remplazaba el cansancio.
Yo amaba el amor como en mis primeros días.

Los campos están labrados las fábricas resplandecen
y el trigo hace su nido en una enorme marea,
las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos,
nada es singular ni simple,
el mar está en los ojos del cielo o de la noche,
el bosque da a los árboles seguridad
y los muros de las casas tienen una piel común,
los caminos siempre se encuentran.

Los hombres están hechos para entenderse
para comprenderse, para amarse,
tienen hijos que serán padres de los hombres,
tienen hijos sin fuego ni lugar
que inventarán de nuevo a los hombres,
y la naturaleza y su patria
la de todos los hombres
la de todos los tiempos.

Versión de Andrés Holguín

Enamorada , Paul Éluard

Ella vive de pie sobre mis párpados
Sus cabellos están entre los míos
Tiene la forma exacta de mis manos
Y el color de mis ojos que la miran
Ella se hunde entre mi propia sombra
Como una piedra en el azul del cielo.

Ella tiene los ojos siempre abiertos
Y me impide dormir con su mirada
A plena luz sus sueños luminosos
Hacen evaporar todos los soles
Sus sueños me hacen sollozar reír
Y hablar sin tener nada que decir...

Versión de Andrés Holguín

El espejo de un momento, Paul Éluard

Disipa el día,
Muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia,
Quita a los hombres la posibilidad de distraerse,
Es duro como la piedra,
La piedra informe,
La piedra del movimiento y de la vista,
Y tiene tal resplandor que todas las armaduras y todas las máscaras
quedan falseadas.
Lo que la mano ha tomado ni siquiera se digna tomar la forma
de la mano,
Lo que ha sido comprendido ya no existe,
El pájaro se ha confundido con el viento,
El cielo con su verdad,
El hombre con su realidad.

De "Capitale de la douleur"

Versión de Aldo Pellegrini

Desfigurada apenas. Paul Éluard

Adiós tristeza.
Buenos días tristeza.
Estás inscrita en las líneas del techo.
Estás inscrita en los ojos que amo.
Tú no eres exactamente la miseria,
pues los más pobres labios te denuncian
por una sonrisa.
Buenos días tristeza.
Amor de los cuerpos amables,
potencia del amor ,
cuya amabilidad surge
como un monstruo incorpóreo.
Cabeza sin punta,
tristeza bello rostro.

Versión de Luis A. Cano

Al alba te amo... , Paul Éluard

Al alba te amo tengo toda la noche en las venas
Toda la noche te he contemplado
Tengo que adivinarlo todo me siento seguro en las tinieblas
Ellas me conceden el poder
De envolverte
De sacudirte deseo de vivir
En el seno de mi inmovilidad
El poder de revelarte
De liberarte de perderte
Llama invisible de día.

Si te vas la puerta se abre hacia el día
Si te vas la puerta se abre hacia mí mismo.

De "L'amour la poesie"

Versión de Aldo Pellegrini

Paul Éluard, Biografía




(Seudónimo de Eugène Grindel; Saint-Denis, 1895 - Charenton-le-Pont, 1952) Poeta francés, considerado el maestro de la poesía surrealista. Hijo de un agente inmobiliario, su familia perteneció a la pequeña burguesía y estudió en el Liceo Colbert. Después de pasar una temporada en Suiza, a causa de una grave enfermedad, volvió a París en 1913 y comenzó a escribir sus primeros poemas. En 1914 fue llamado a filas pero abandonó las armas afectado por una gangrena pulmonar.

Una vez acabada la guerra publicó su primera obra poética El deber y la inquietud (1917). En 1918 continuó con Poemas para la paz, y entró en contacto con Aragon, Breton, Soupault, Paulhan y Picabia, con quienes en París participó en todas las manifestaciones del movimiento dadaísta. Con ellos inauguró poco después el surrealismo. En 1921 publicó un pequeño libro titulado Les nécessités de la vie et les conséquences des rêves.

Éluard es el poeta del surrealismo por excelencia y uno de los miembros más destacados del movimiento; su perfil se distinguía del de sus contemporáneos y destacaba con personalidad propia. Utilizó un lirismo muy personal y el fin de su poesía fue descubrir y revelar lo real. Tanto lo onírico como la acción llevan al poeta hacia el amor, a una comunicación fraterna. En 1924 partió sin rumbo fijo, sin dar jamás una explicación del por qué de esa huida que duró siete meses. De regreso a París fue uno de los primeros en hacer una distinción entre textos surrealistas, relatos de sueños y poemas, al igual que también marcó la diferencia entre poesía involuntaria y poesía intencional.

Por entonces publicó Morir por no morir (1924), Capital del dolor (1926), El amor, la poesía (1929), La vie inmediate (1932), La rose publique (1934), Les yeux fertiles (1936), Les hommes et leurs animaux, les animaux et leurs hommes (1937), Chanson complète (1939), Donner à voir (1939), Choix de poèmes (1941) y La Inmaculada Concepción (1930), ésta última escrita en colaboración con A. Breton. Realizó un viaje por España, poco antes del estallido de la Guerra Civil, y a partir de ahí adoptó una postura comprometida con la política, aunque sin perder su estilo y temática personales.

Pasó en París la ocupación alemana, en 1942 se afilió al partido comunista y publicó varios textos de carácter poético en colaboración con la resistencia, uno de los cuales se convirtió en canto nacional. Poésie et vérité (1942), Dignes de vivre (1944) y Au rendez-vous allemand (1944) son obras que se fundamentarán en esas poesías clandestinas. Una vez acabada la guerra, abundó en la temática social: de esta época son Poèmes politiques (1948) y Une leçon de morale (1949); esta evolución respondía al deseo del autor de que el hombre se encuentre en armonía con la sociedad que le rodea.

A pesar de que el surrealismo deja en el poeta un lenguaje conciso y oscuro, idóneo para despertar cierta violencia, se puede decir de él que es un lírico excepcional que encuentra el equilibrio perfecto en la expresión de emociones contradictorias, donde el amor se opone a la desesperación y le sirve de contrapeso. Por ello, además de ser el máximo exponente de la poesía surrealista, Éluard ha pasado a la historia como uno de los grandes maestros de la lírica francesa. De manera póstuma se publicaron Lettres de jeunesse, avec poèmes inédits (1962) y Le poète et son ombre (1964).

jueves, 27 de mayo de 2010

Llegué....., Mario Chiappetta

Llegué
no se donde
la angustia me duele
y la soledad
el llanto
las palabras no dichas
los hechos no realizados
y el amor.

Me duele
la vida
la incomprensión
el no dar a los demás.

Me quiebra
lo solemne
la vanidad
el no escuchar al otro.

Me invade
la tristeza
el dolor
la desesperanza
de no encontrar respuestas.

martes, 18 de mayo de 2010

Porque el grito..., Mario Chiappetta

Porque el grito
y el llanto
palpitando insoportablemente.
Que queda
después del dolor.
La angustia tensa
la melancolía
levantándome del suelo inerte.

Miro tus ojos
amo tus ojos.
Soy una lágrima
a la deriva
buscando siempre
la lluvia y el sol.

Solo encuentro
la luna
en tu rostro
también en tu alma.
Te veo
en cualquier lugar
cuando me faltas.

lunes, 17 de mayo de 2010

Malena, Joan Manuel Serrat

Tinta Roja , Andres Calamaro

Adios Nonino, Astor Piazzolla

Cafetín de Buenos Aires, Edmundo Rivero

Naranjo en flor, Roberto Goyeneche

La Yumba, Osvaldo Pugliese

Cambalache, Julio Sosa

Quejas De Bandoneon , Anibal Troilo

El día que me quieras, Carlos Gardel

El choclo

Síntesis de la historia del Tango, Raúl Cadena Cepeda


Noviembre 2,006



El Tango nace Música, se transforma en movimiento, y culmina en canto y poesía.



“Fiesta y baile de negros, y de gente del pueblo en América”, así lo define la Real academia de la lengua Española del año 1803.



Debieron pasar 100 años para que el diccionario mencionara al tango como: “Baile argentino de pareja enlazada. Forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente”.



La realidad es que los orígenes de este baile, se remontan al vocablo de las lenguas africanas que acompañaron a los esclavos al Río de la Plata, y cuyo significado es: “Lugar cerrado”,



El lugar de reunión de los esclavos, tanto en África como en América, era llamado Tango.

Y así nombró Buenos Aires a las casas en los suburbios donde, a comienzos del siglo XIX, los negros se reunían para bailar y olvidar temporalmente su condición de miserables.



“TANGO: “ Del bajo fondo nacen tus voces amuradas del destino. Si tu cuna fue un burdel, si venís de la milonga y la habanera, También fuiste creado por el dios del arrabal, y saliste desde aquí, para el mundo conquistar. “



Mezcla de códigos cerrados y esotérico lenguaje, el tango germina en arrabales, en conventillos y salones.



En 1880 convivían dos tipos de tango. Uno de ellos producto del tango andaluz. Y el otro, de la milonga. También había un tango con influencia habaneril. Y por último, una especie musical de origen africano: "El tango de los negros".



De esa suerte de bruma primigenia, surgen envueltos los orígenes musicales de este baile, que sobrevive al tiempo, por la milonga, transitando sucesivos cambios de ritmo (6 X 8 al 3 X 4 y luego 6 X 8 al 2 X 4). Eso le da su base y sentido musical.



La milonga se transforma en la década de 1880. Adquiere coreografía, y comienza a llamarse tango.

Se inicia así la primera época que va, desde 1880 hasta inicios del siglo pasado. Es ésta en verdad la etapa de los auténticos precursores, los que abren la puerta grande a los creadores de la GUARDIA VIEJA, que en las dos primeras décadas del siglo XX, no sólo impondrían una nueva modalidad de música y danza, sino que además la divulgarían por el mundo entero.

Y aunque apenas queden rastros de su talento precursor, cabe recordar que los forjadores, los "inventores" de esa música fascinante de ritmo pegadizo y bravío fueron en su mayoría, hombres de extracción obrera.


A finales del siglo XlX, en los bares y cabarets de la calle Necochea de La Boca, empezaba a escucharse las incipientes notas de esta música alegre, juvenil y pícara que bajo el ritmo del dos por cuatro, ejecutaban Rosendo Mendizábal, Eduardo Arolas, Angel Villoldo y otros autodidactas que componían, sin teoría, ni conocer las partituras.



Al inicio del siglo XX, el tango deja de ser exclusivo del arrabal, para internarse poco a poco en el corazón de la ciudad. Los organitos callejeros lo difundían por los barrios y las calles.



Esencialmente porteño, el tango de la década de 1880 combinaba varios estilos musicales. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas.



El tango en su origen es música y baile. En el siglo XX se complementa con poesía, para tener la canción del Tango.

Angel Villoldo, quien además de ser compositor es letrista , inicia la época de la canción del tango en el año 1903 con: El Choclo. Después vendrían: La morocha y el porteñito.



En este momento tenemos el ritmo del tango, el baile y la canción.

Es verdad que los compositores de música, como: Troilo, Di Sarli o Pugliese, componían temas musicales de tango, pero su objetivo era el baile. La alianza del tango, cuando no era con el baile, era con la poesía.



EL TANGO EN EUROPA :

La cultura argentina experimenta un afrancesamiento a finales del siglo XlX. Para los porteños de esos tiempos, París era sin discusión, el centro mundial de la cultura. Era la ciudad que establecía las normas culturales y también dictaba modas. Por eso el tango fue aceptado por la "gente decente" de Buenos Aires, pero sólo una vez que regresase de Europa, convertido ahora en moda avasallante.

Poco a poco, entre tropiezos y frustraciones, la exótica danza comenzó a escalar hasta las más altas capas de la sociedad. El tango provocaba la clásica excitación de lo prohibido. En 1912, el baile de moda en París era el tango argentino que se bailaba tanto o mas, que el elegante vals. Pero ahora el tango se sofisticaba, Europa y Hollywood lo acogieron, y se enamoraron de él.
Esta época dio cabida a muchos de sus mejores intérpretes y compositores, y donde brilla la figura de Carlos Gardel.



LA DÉCADA DEL 40:



En realidad, lo que se conoce como la década del 40 se inicia en 1935, cuando la nueva orquesta de Juan D´Arienzo debuta en el cabaret Chantecler. Era un ritmo diferente, opuesto totalmente a la ejecución monótona de las orquestas de ese tiempo.


En este período que cubre desde 1935 hasta 1960, año en el que el tango comienza a languidecer; la realización de músicos, cantantes, compositores y poetas fue extraordinaria. Es el momento de las grandes orquestas típicas que se presentan en los escenarios porteños, en los clubes de barrio, en los salones del centro, en el cine, en el teatro y en las confiterías.



Sin duda alguna, este tiempo fue el mas importante, especialmente en la creación musical y poética de lo interpretativo y en la ejecución. Y tal es su vigencia que hoy, a poco de alcanzar el tercer milenio, continuamos escuchando todo ese legado que nos dejaran aquellos grandes, con el mismo respeto y la misma emoción con que se recibe algo que no volverá a jamás a repetirse.





Astor Piazzolla.



En 1955, cuando el destino del tango parece definido, aparece la Herejía: Astor Piazzolla.



Con Piazzolla, el tango se vuelve música para escucharse, sin lirismo y sin baile.

El Neotango iniciado por A. P. no mantiene un ritmo fijo todo el tiempo, es mera sonoridad, es un remedo del Jazz.

Se rompe la alianza entre la música, el baile y la poesía. Ahora el tango se escucha en salas de concierto, y pierde su auténtica identidad con el pueblo sencillo de los arrabales.

¡ Que irónico ! . Nace el tango con la influencia de los ritmos de los negros africanos. Y muere el tango con la influencia de los negros de Norteamérica.



Piazzolla es rengo, apoya fuerte su pierna izquierda maltrecha y toca el bandoneón de pié, y navega por el tango clásico. Conoce los arreglos de Troilo y De Caro. Pero los traiciona buscando nuevos derroteros. Rompe con la tradición y destruye la posibilidad de la evolución del tango como ritmo para baile.

Durante un tiempo en su estancia en Europa, renuncia al tango, deja a un lado el bandoneón y toma el piano. Se inclina ahora por la música clásica.

Ojalá así se hubiese quedado. Nos habría hecho un gran favor. Pero Nadia Boulanger, maestra de Leonard Bernstein y condicípula de Ravel lo convence de retomar el tango.



Con ello nos vemos ahora obligados a ser espectadores pasivos, y dejar morir el baile.



Pero quienes bailamos el tango aún tenemos una opción. Dar la espalda a este invento del Neotango y refugiarnos en la música clásica de Troilo, Flirpo, D 'Arienzo y De caro.



Porque el verdadero tango, el tango de la época de oro, se escucha, se canta y se baila. Y como invaluable expresión artística, desentraña la inextricable condición humana, revelando el auténtico espíritu porteño.

Quizás debido a esta verdad, vive en los barrios de Buenos Aires y en las academias de Japón, en las calles de París, en los centros culturales Neoyorquinos, y por supuesto, en el Rincón del tango de Monterrey.





Una breve historia del tango. Pero quien mejor para explicar esta música y danza del sur del continente, que uno de sus mas preclaros compositores, : Enrique Santos Discépolo, que al compás de la Música de Ángel Villoldo, en el año de 1947, nos regala con el Tango:



" El choclo "



Con este tango que es burlón y compadrito

se ató dos alas la ambición de mi suburbio;

con este tango nació el tango, y como un grito

salió del sórdido barrial buscando el cielo;

conjuro extraño de un amor hecho cadencia

que abrió caminos sin más ley que la esperanza,

mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia

llorando en la inocencia, de un ritmo juguetón.