domingo, 7 de febrero de 2010

Testamento, Silvio Rodríguez

Como la muerte anda en secreto
y no se sabe que mañana
yo voy a hacer mi testamento
a repetir lo que me falta
pues lo que tuve ya esta hecho
ya está abrigado, ya está en casa
yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas.
Le debo una canción a la sonrisa
a la sonrisa de manantial, esa que salta
le debo una canción a toda prisa
para que quede que estuvo cerca, agazapada.

Le debo una canción a lo que supe
a lo que supe y no pudo ser más que silencio
le debo una canción, una que ocupe
la cantidad de mordaza, amor de un juramento.

Les debo una canción a los pecados
a los pecados que no gasté, los que no pude
les debo una canción no como hermano
solo de sal que al delectador también alude.

Le debo una canción a la mentira
a la mentira pequeña, frágil, casi salva
le debo una canción endurecida
una canción asesina, bruta, sanguinaria.

Le debo una canción al oportuno
al oportuno mutilador de cuanta ala
le debo una canción de tono oscuro
que lo encadene a vagar su eterna madrugada.

Les debo una canción a las fronteras
a las fronteras humanas, no a las del misterio
les debo una canción tan poco nueva
como la voz mas elemental de los colegios.

Le debo una canción al compañero
al compañero de riesgo, al de la victoria
le debo una canción de canto nuevo
una bandera común que vuela con la historia.

Le debo una canción, una a la muerte
una a la muerte voraz que se comerá a tantos
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Le debo una canción a lo imposible
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en viento de esperanza

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